Felíz Cumpleaños, Keith Richards.

No sabíamos lo que significaba la palabra difícil hasta que las ganas cogieron las llaves del coche y aceleraron cerrando los pestillos del asiento de atrás y atropellando a cualquier mota de polvo que se interpusiera entre sus viejas ruedas gastadas y la pereza que nos daba empezar a correr.

Habríamos pagado con gusto por una habitación de hotel si hubiésemos sabido el tiempo que nos iba a robar aprender a caminar de lado, pero no, no conseguíamos parar, teníamos dinero, pero las ganas se habían ido, se habían esfumado, y se habían llevado nuestro único medio de transporte. Hijas de puta. ¿Cómo se suponía que saldríamos de ese pueblo de mala muerte?, ¿Qué nos esperaba fuera?, ni siquiera sabíamos lo que nos esperaba dentro.
Sabíamos que al menos allí la culpa no nos encontraría. Podíamos hacer lo que quisiéramos, no es que fuéramos vagos, es que, las ganas se habían ido.

Nos llamaron un día preguntando si las echábamos de menos, que habían cruzado 13 estados, que se lo estaban pasando de puta madre, de puta madre sin nosotros. Que estaban mucho mejor, que no iban a volver, que se quedaban el coche.

Nuestra primera reacción no fue diferente a la segunda ni a la tercera, solo pensábamos en cuánto habrían apostado hasta ahora esas Hijas de Puta a nuestra costa.

Alquilamos un coche mientras pensábamos en 15 formas de cargarnos todo lo que sonaba mal, si nadie lo hacía, es porque era nuestro trabajo. Así que empezamos a hacer todo lo que nadie hace, hasta dar con ellas, con las Jodidas Hijas de Puta.

¿qué pasa?, ¿las ganas no te acompañan?

Pedazo de Capullo.

¿hablamos de ti, o hablamos de mí?

Por supuesto que hablamos de ti, ¿acaso crees que me llamo Pedazo de Capullo?

Eso pone en tu carné de conducir.

Mi padre siempre quiso tener un coche que se llamase así, pero me tuvo a mí, y tenía que utilizar el nombre, luego se compró el coche.

Y cómo se llamaba su coche?

Jimmy.

Salimos de allí con la sensación de que nada más podía salirnos mal, de que hasta los semáforos cambiarían de color a nuestro paso, les dimos caza casualmente una semana después, andaban por ahí entre ganadores y perdedores, como si la suerte de la gente no fuera con ellas, Hijas de Puta.

Cuando las ganas te han dado esquinazo y han decidido que se lo pasan mejor sin ti te das cuenta de que lo que hayas acumulado hasta el momento importa menos que lo que les importa a mis piernas los pantalones que me ponga.

Terminará con nosotros siguiéndolas en el polvo del pistoletazo de salida apaleando las calles de todo lo que sonaba mal.

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