Nos van las cosas bonitas.

Da igual tu ropa, dan igual tus zapatos, la música que lleves en el mp3, el color natural de tu pelo, tu manera de caminar, lo que ponga en tu estúpida camiseta, el sitio donde te sientes en el bus, el corte de tu flequillo, los colores de tus pulseras, el ruido de tu reloj, la forma de tus auriculares, el grosor de tus calcetines, lo que pienses por las noches antes de dormir, tus manías, las horas que pases delante de la pantalla del ordenador, cuáles sean tus series preferidas, tus dependencias alimenticias, tus vicios, la cantidad de droga que escondes en tu cuarto, tus obsesiones, el tamaño de tu armario, el número de cajones de tu habitación, da igual, hay días que solo importan las ganas que tengas de ganar todo lo que legítimamente no te pertenece.


Por que al fin y al cabo, los corazones acaban en una punta afilada para gente como nosotros.

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