Él creía que si miraba a la gente como si supiera a qué había ido, los monstruos serían más amables y habría menos posibilidades de que alguno le preguntara porqué se había levantado esa mañana.
Se alegraba de no haber dormido esa noche, porque no necesitaba encontrar una razón para levantarse, solo una para no acostarse, y eso era treméndamente fácil. Había tantas razones para no acostarse, y eran todas suyas. Estaba dispuesto a deshacerse de todo lo demás, pero no de sus razones, pasó mucho tiempo conquistándolas una a una para metérselas en los bolsillos, demasiado como para repetirlo todo, era una de esas cosas que solo estaba dispuesto a hacer una vez, las cosas ya se repetían suficientes veces y su reloj ya tenía bastante con marcar las mismas horas una y otra vez.
Por eso siempre evitaba a la gente que le preguntaba por ellas, si no sabían de su existencia, no se las podrían robar.
Las que más le gustaban eran esas, las suyas, las razones para no acostarse, eran mucho más apetecibles que las razones para levantarse, siempre tan respetables y acusadoras, eran las que te señalaban con el dedo de la culpabilidad si apagabas el despertador, eran unas zorras. Las suyas no, las suyas eran divertidas, tranquilas, algunas psicotrópicas, otras comestibles, no tenían prisa, y él tampoco.
Se sentía horrorosamente orgulloso de sus razones, pero no le importaba en absoluto gastarlas cuando era necesario, y cuando no lo era también, no tenía miedo de repetirlas, ni le faltaban ganas de hacerlo, ni le daba pena tirárselas a las cara a los monstruos cuando no se portaban bien.
Y quiere que sepas, que si salió alguna vez contigo, siempre fue para hacer gilipolleces.
Curiosas Persecuciones.
¿Quién cojones es el hijo de perra que se queda el tiempo que perdemos? ¿Y dónde lo vende?, ¿hay un mercado negro de tiempo, alegría y todo lo que pueda masticar? ¿Se lo queda el que lo encuentra?, es más, si no lo encuentra nadie, ¿se pierde en la nada?
Un día hablando con un tal Capullo me contó que eso de que el tiempo es oro era todo mentira, que él se encontró una vez un maletín y solo le trajo problemas, cuando tienes demasiado tiempo, las cosas pasan mucho más rápido, el tiempo no mira por ti, le importa una mierda que no sepas correr a la velocidad de la luz, eso es solo problema tuyo, él corre, si le alcanzas, bien, si no, más te vale vigilar tu retaguardia en la segunda vuelta. Es así de simple. Te encuentra cuando menos te lo esperas, cuando menos o cuando más, eso da un poco igual, pero está ahí, cuando no estás ni tú, es una ramera despiadada, y te va a joder, quieras o no.
Un día hablando con un tal Capullo me contó que eso de que el tiempo es oro era todo mentira, que él se encontró una vez un maletín y solo le trajo problemas, cuando tienes demasiado tiempo, las cosas pasan mucho más rápido, el tiempo no mira por ti, le importa una mierda que no sepas correr a la velocidad de la luz, eso es solo problema tuyo, él corre, si le alcanzas, bien, si no, más te vale vigilar tu retaguardia en la segunda vuelta. Es así de simple. Te encuentra cuando menos te lo esperas, cuando menos o cuando más, eso da un poco igual, pero está ahí, cuando no estás ni tú, es una ramera despiadada, y te va a joder, quieras o no.
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