Pienso en comprarme una moto acuática cada vez que me deja esconderme entre sus piernas, que son muchas -las veces, y las piernas- porque ella lo tiene todo controlado.
Creo que alguien debería regalarle una granada de mano a la tía que sueña con explosiones para sentirse más viva y mientras las espera explota un poco por dentro cada día.