De desencantados por la vida.

Llegó el día que nos reímos como gilipollas, lo habíamos intentado miles de veces, y ese día por fin después de tanto brillar, ya no nos quedaba tiempo para nada más.
El chico que no paraba de apostar nos dio las gracias por participar y se fue, era amigo del chico que todo el mundo echaba de menos, daba igual si no lo conocías, en el fondo todos sabíamos que era el chico que siempre quisiste como amigo. Nosotros nos fuimos, brillantes y contentos con toda nuestra buena suerte mezclada con el sabor a limón en las manos del camarero con perilla.



Me he confabulado con Satanás para realizar un viaje hecho polvo, lento y caro al infierno.